Las terrazas vuelven a llenar las calles y las plazas contribuyendo a recuperar el ambiente perdido durante la pandemia. Es un acierto la permisividad para que su montaje exceda los límites que existían antes de declararse el estado de alarma motivado por el Covid-19. Esta es una decisión acertada, en nuestro caso, del Concello de Vigo.
Sin embargo, esa permisividad debe ir acompañada de los límites razonables para que su exceso no constituya una barrera para la movilidad de los viandantes y, mucho menos, para aquellas personas que tienen una movilidad reducida. Obsérvese, por ejemplo, lo que muestra esta fotografía tomada hace unos días en una céntrica calle de la ciudad de Vigo. Los peatones pueden pasar con dificultad entre esas mesas y sillas, pero una persona en silla de ruedas, una persona con un coche de bebé, o una persona que necesite ir acompañada por otra, lo tendría realmente muy difícil.
Además, si alguien afectado le advierte de la anomalía al establecimiento o a los usuarios de esas sillas y mesas recibe como contrapartida una mala contestación. Es evidente que la Policía Municipal debiera vigilar estos abusos.