Porque Toralla tiene una larga historia, pero ha quedado cubierta —y encubierta— por las modernas construcciones de una urbanización de chalets de lujo y por una inmensa torre en cuyos apartamentos no necesitan colgar cuadros, porque ninguno puede mejorar la singularidad de las vistas a través de sus ventanas. Y antes de que estuviera conectada con tierra firme a través de su puente actual, la isla perteneció a la familia Echegaray y en ella tuvo lugar el histórico acontecimiento local de la constitución de la compañía Tranvías Eléctricos de Vigo, el 11 de agosto de 1911, y que comenzaría a funcionar tres años más tarde hasta un aciago día 31 de diciembre de 1988 en que desaparecieron por empeño de un regidor municipal y su correspondiente corporación. Años más tarde cambió la titularidad de la isla y se procedió a su actual urbanización, la misma urbanización que ahora, en esta fotografía, se perfila contra el horizonte en una tarde de tormenta amenazadora. Sin embargo, el deportista de la tabla que se observa en primer plano, con la vela de color verde tensada por el viento, demuestra no albergar ningún temor y aprovecha para navegar a la ceñida a toda velocidad, intrépido, simplemente por amor al deporte y sin miedo ninguna tormenta.