La estatua de Castro en la Rúa Príncipe, de Vigo, dedicada al conocido repartidos de periódicos, luce sin el periódico que sujetaba su dedo índice. Se lo roban una vez tras otra sin que nadie responda por ello. Lo curioso del asunto es que prácticamente encima hay una cámara de vigilancia, tal como parece señalar el propio Castro. Esa cámara, si realmente funciona, debería permitir identificar a las personas que no respetan el mobiliario urbano y, en este caso, los monumentos de la ciudad. Porque las cámaras están a la vista y nadie puede decir que no se haya advertido de su presencia. No debe confundirse la democracia con la estupidez.