De vez en cuando conviene recordar los privilegios que tiene Galicia y, en particular, la ciudad de Vigo y su entorno. La fotografía muestra una de las fuentes de la ciudad con el agua corriendo libremente, como vulgarmente se dice, “a caño libre”. Esta situación contrasta, desgraciadamente, con la grave e intensa sequía que padecen otras zonas de España en las que ya no basta con dosificar el consumo de agua, porque no la tienen, sino que se ven obligados a transportarla desde otros lugares. Aquí seguimos con costumbres que no se comprenden sin esa abundancia de agua: nos lavamos los dientes con el grifo abierto, nos duchamos sin límite de tiempo, regamos las calles y plazas casi todos los días, etc. Si la situación fuera al revés, probablemente nos estarían vendiendo el agua que sobra, y a precio elevado. Pero los gallegos somos malos negociantes y España no tiene una política hidráulica, seguramente porque lo que se lleva en política es lo que produzca resultados inmediatos o no más lejanos de una legislatura. Mientras tanto, somos la envidia.