A este chico le vale cualquier rincón de la estación de autobuses para echar un pequeño sueño reparador antes de iniciar un viaje para ir al encuentro de las olas, de unas olas que para los amantes del surf serán mucho mejores cuanto más altas se eleven. No le importará que la climatología sea la propia de un enorme temporal. Él, equilibrado sobre la tabla, intentará cabalgarlas como si fueran animales desbocados llenos de energía avanzando hacia la orilla, o quizá prefiera desplazarse por su interior haciendo el tubo. El autobús ya está a punto de llegar, pero él sigue soñando con las olas gigantes.