El marco de la ría de Vigo resulta incomparable a todas horas y el atardecer propicia el romanticismo, con su luz dorada y el color del mar siempre cambiante. Ese faro del extremo del malecón del Náutico es un punto de encuentro y de descanso para muchas personas que pasean relajadamente, para muchas parejas que buscan un momento de tranquilidad.
En muchos casos, esos instantes de la puesta de sol quedarán grabados en sus memorias como un recuerdo agradable. Pocas ciudades cuentan con entornos tan singulares como la ría de Vigo, y no es de extrañar que quienes lo descubren luego quieran retornar.