Pero el explosivo desarrollo urbanístico de los años sesenta modificó algunos tramos de su trazado, tanto por la apertura de nuevas calles (Escultor Gregorio Fernández y Esperanto), como por la construcción de algunos edificios, y finalmente ha quedado embutida entre todos ellos. Sin embargo, merece un poco de atención porque es uno de esos rincones olvidados de la ciudad de Vigo, del que, por cierto, se desconoce el exacto motivo de su nombre: “Tercio de Fóra”.