Las playas, con arenas de blancura deslumbrante y con una granulometría de extrema finura, compiten con las mejores del mundo; el agua, cuya temperatura corresponde a una frescura tolerante, resulta estimulante para el organismo e incluso para el espíritu; el abrigo y las condiciones para la navegación, sobre todo la de recreo, así como para cualquier tipo de deporte náutico, son inmejorables; y el entorno, con las islas Cíes en la boca de la ría, constituye un conjunto inigualable y paradisíaco que ha sido motivo de alabanza a lo largo de la historia por propios y foráneos. Y aunque todo ello se mantiene durante todas las épocas del año, y destaca como un cuadro natural, vivo y cambiante, ahora, con la entrada de la primavera, se convierte en el mejor escenario para la navegación.