Al cabo de cincuenta años sigue siendo un local de moda en la ciudad de Vigo e incluso se puede afirmar que es el más democrático. Al fondo de unas empinadas escaleras se abre un mundo subterráneo inimaginable e impresionante. En el Tonis se dan cita nocturna gentes de todas las edades y de todas las condiciones, y en un ambiente de respeto se disfruta de una música que recuerda todas las épocas, con una mezcla ecléctica para que todos los presentes se sientan representados con la banda sonora de sus sueños. La decoración, a su vez, es totalmente kitsch, con elementos sorprendentes reunidos a lo largo de varias décadas de existencia. Y al frente de la barra está Carlos, una persona amable y popular que se esmera —-y lo consigue—- en que todo el mundo se sienta a gusto. Al cabo de tantos años, el Tonis se ha convertido en un lugar de referencia, un templo de la noche viguesa de visita obligada para nativos y foráneos, sin importar la edad, solamente con ganas de divertirse sanamente.