Mientras está a la espera del inicio de un ambicioso y necesario proyecto urbanístico, sirve para dar cobijo a muchas personas sin techo, además de marginados y drogadictos, que viven entre ruinas y rodeados de escombros, suciedad e incluso ratas y demás alimañas. Pero en este infierno desolador donde casi nadie se atreve a entrar y donde no parece caber la esperanza, todavía se muestra algún síntoma de romanticismo. Y lo demostramos con esta fotografía, en la que se puede ver una ventana con unas macetas de coloridas flores que intentan poner un punto de alegría y romanticismo entre tanto desconsuelo y destrucción.