Sí, lo es. Es un clavo del Cristo de la Victoria, venerado en todo Vigo y su área de influencia. La primera referencia que existe del Cristo es del año 1740, y los estudios indican que se trata de una talla del siglo XVII, atribuida a Sebastián Ucete (Toro 1568-1621). La imagen se conserva en la Iglesia de Santa María, también conocida como la Colegiata, con categoría de Concatedral. La imagen también es conocida como el Cristo de la Sal, porque la leyenda cuenta que fue rescatada del mar por un barco que transportaba sal. Sin embargo, en la actualidad es mucho más conocida con el apelativo de Cristo de la Victoria, porque desde el año 1809 los vigueses lo responsabilizan de su victoria para liberar a la ciudad de la ocupación francesa. Año tras año, el Cristo de la Victoria es sacado en procesión multitudinaria el primer domingo de agosto, en medio de una enorme devoción compartida por gentes de todas las edades y todas las condiciones. El día anterior a la procesión tiene lugar el ritual del descendimiento, en el que se baja la imagen de su cruz, un acto que, junto con la organización de la procesión, es una de las ocupaciones de la Cofradía del Cristo de la Victoria. En cuanto al clavo que se observa en la fotografía conviene advertir que es auténtico, pero que corresponde a otra época, y su historia es curiosa. En un momento dado se optó por modificar los clavos por otros que resultaran más funcionales. Y teniendo en cuenta la devoción que siempre se le ha profesado al Cristo de la Victoria, los tres clavos antiguos fueron repartidos entre tres destacadas personas de la Cofradía que estaban comprometidos con distintos menesteres. De este modo, uno de ellos obra en poder de la persona que hace unos días ha permitido fotografiarlo. Lo ha heredado de su padre y ahora lo conserva a buen recaudo como un auténtico talismán de la buena suerte que siempre le ha acompañado.