El tabaco, por ejemplo, no es precisamente una necesidad, sino un vicio cada vez más detestado por una sociedad que comienza a tomar conciencia de sus males. El tabaco es un vicio muy difícil de erradicar y se comporta como un monstruo insaciable que engancha, e incluso que llega a matar. Y en los momentos de necesidad, el fumador, que en este caso concreto es al mismo tiempo respetuoso con la limpieza, busca donde echar la ceniza y la colilla final. Y resulta —seguimos suponiendo, claro— que el hipotético fumador empedernido no encuentra mejor cenicero que un cono de señalización invertido, que sirve, también, para advertir de una posición para el tráfico rodado. Al fin y al cabo, el cono es una clara advertencia del peligro, tanto en la carretera como en los vicios de la vida cotidiana.