El estrecho de Rande, en la Ría de Vigo, está cargado de historia, pasada y reciente. Fue el paso hacia la bahía de San Simón donde se libró la Batalla de Vigo, que es como conocen en Inglaterra lo que aquí se denomina la Batalla de Rande, en 1702. En ese mismo estrecho existía una cadena colocada entre dos pequeñas construcciones a modo de torretas, que cerraba la entrada a los barcos enemigos. Pero en aquella ocasión no sirvió de nada porque el enemigo la embistió hasta consiguir romperla. Algunos restos de esas pequeñas torretas aún existen en el entorno, ya olvidadas.
Cuando Robert Stenuit y su equipo llegó a Vigo para investigar sobre los tesoros de esa famosa Batalla de Rande, tal como luego reflejó en su libro “Tesoros y galeones hundidos” (E. Juventud) —“Os galeóns de Rande” (E. Xerais)—, su primera visión fueron las bateas, a las que confundieron como instalaciones de otros buscadores de tesoros, hasta que alguien les explicó su verdadera finalidad: el cultivo del mejillón.
En tiempos no tan lejanos también fue la entrada para la llegada de los enfermos al lazareto de San Simón, que luego fue utilizado como cárcel terminal en tiempos de Franco y más tarde como lugar de esparcimiento y reposo estival para sus fuerzas leales, donde algunos murieron ahogados al zozobrar las barcas con los remolinos de las mareas y no saber nadar.
El estrecho también fue testigo de la llegada de barcos y submarinos alemanes durante la II Guerra Mundial para recoger tripulaciones de refresco y abastecerse de combustible, de víveres y de municiones, un apoyo solapado de Francisco Franco a la causa de la Alemania nazi de Hitler. Asimismo, en la rada de Rande también existe un muelle de mineral, ya abandonado, donde a mediados del siglo XX se embarcaba el mineral de hierro extraído de las minas del Bierzo: Coto Wagner.
En fechas mucho más cercanas a nuestros días, en las proximidades de ese estrecho, tal como puede comprobarse a la derecha de la fotografía, se instaló la factoría Copiba (Compañía de Pesca e Industrias del Bacalao), constituida en 1939 y adquirida por Pescanova en 1964, que llegó a convertirse en un gigante mundial de la pesca y del congelado. Todas esas historias hacen aún más interesante el entorno del estrecho de Rande y no le restan belleza a esa estampa tan llamativa con las embarcaciones, las bateas e incluso el propio puente.