El cuarto de baño, también minúsculo, se convierte en un área polivalente con colgadores para la ropa mojada. La cocina, por su parte, ha sido reducida a la mínima expresión: lo justo para poder cocinar platos sencillos y rápidos, propios de las prisas de esta vida moderna. Todo es minúsculo, salvo los enseres, que siguen siendo igual de grandes.
Por ese motivo, algunas personas aficionadas a la bicicleta tienen que colgarla de una pared igual que se hace con los cuadros, con los percheros o con los maceteros de plantas. Vivimos en un mundo grande y hermoso, pero con una viviendas reducidas a la mínima expresión. Y ya se vive más en la calle que en casa. Quizá por eso estemos tanto tiempo fuera, porque en casa ya no tenemos espacio vital.