Esto parece ser lo que ha pretendido hacer algún ciudadano anónimo. Sin embargo, y sin que nadie haya conseguido explicarlo, los problemas han conseguido salir por piernas dejando su envoltorio junto al contenedor, a la espera de la llegada del camión de la basura, escapando de un final feliz para el poseedor de tanta desgracia y desventura. Ya se sabe que quien nace para martillo del cielo le caen los clavos, tal como indica el dicho popular. Y otros, en cambio, parecen protegidos continuamente por los dioses de la fortuna. O quizá todo esto haya sido el producto de nuestra imaginación en una noche de copas.