Y aunque los días se presenten grises y amenazadores de lluvia no consiguen amedrentar a los pescadores de orilla que buscan la presa sentados en la punta del malecón. Quien haya pescado alguna vez sabrá que se trata de un placer sereno que se practica en soledad o en compañía, y si además la jornada termina con la cesta llena, mucho mejor.