No cabe duda que en alguna de estas viviendas se están reformando los baños. Ahí están los lavabos y los váteres como prueba irrefutable, tirados a la basura, como un auténtico estorbo, seguramente por antiguos y obsoletos, ahora que lo que comienza a ser más demandado son los váteres automáticos provistos de asiento calefaccionado —también llamado calefactado— para no tener frío en las nalgas, agua templada a presión para realizar la limpieza sin papel, y chorro de aire para secar las posaderas, todo ello para realizar las tareas higiénicas sin levantarse ni tocar nada con las manos. Pero el único inconveniente de tanta comodidad es el precio, que actualmente supera los mil euros.