Angelina Jolie lucía neumática y deslumbrante, embutida en sus mallas, en el gran cartel de la película ‘Lara Croft: Tomb Rider’, que ocupaba el hall del cine Fraga aquel 28 de junio de 2001, el último día en la historia de la mítica sala viguesa. Era jueves, ya con el verano recién estrenado, y al día siguiente no pasó lo usual todos los viernes: no hubo cambio de cartelera. Las puertas del Fraga, tras 53 años de historia, jamás volvieron a abrir y Angelina se quedó en su cartel, comida por el moho durante más de un año, esperando a nadie.
Desde aquella fecha de hace ahora 20 años, no hubo más afiches ni estrenos. ‘Tomb Raider’ fue la última película que se exhibió en el cine más emblemático de Vigo, tras más de medio siglo de historia. Pero aquel día de verano no demasiados vigueses lamentaron el cierre. El público prefería ya entonces los multicines, con su aire acondicionado, sus butacas ergonómicas y su olor prefabricado a palomitas. Y al Fraga, como al Plata o al Vigo, ya casi no iba nadie. Ni siquiera la gran pantalla panorámica era un atractivo suficiente para unas salas que ya estaban lejos de su época dorada.
Porque lo cierto es que el Fraga ya no era en 2001 aquel “cine más lujoso de España” que abrió sus puertas en 1948 con el estreno de la película española ‘Botón de ancla’, de Suevia Films. Se trataba de la productora del empresario vigués Cesáreo González, que iniciaba sus filmes con una bandera de Vigo ondeando sobre la ría. Para algunos, esto podría ser un rasgo de patriotismo “viguista”, pero tenía una justificación económica.
Porque buena parte del mercado de Suevia estaba al otro lado del charco, entre la comunidad gallega emigrante en Argentina o el Uruguay. Se dice que en Buenos Aires, en algunas películas, nada más ver la ría de Vigo, el público empezaba a llorar y prorrumpía en aplausos. Aquel era el recuerdo de la última imagen de Galicia que habían visto antes de partir en trasatlántico hacia el exilio económico o político.
‘Botón de Ancla’ inició más de medio siglo de historia del Fraga, que fue el cine de varias generaciones. Muchos recuerdan sus butacas rojas, territorio de besos furtivos y tejemanejes variados de los que habrán salido cientos de bodas. Otros cientos salieron del piso de abajo, de gastar pista en el Nova Olimpia. Así que ese edificio tuvo la consideración de zona cero de la formación de parejas en Vigo.
El Fraga había nacido como un empeño personal del empresario Isaac Fraga Penedo, quien ya tenía varias salas en Galicia y presentó ante el ayuntamiento de Vigo en verano de 1941 el proyecto de un cine, el más majestuoso del país, convencido de que el pujante Vigo era un lugar perfecto para el negocio del espectáculo. Cuando se inaugura, el 27 de marzo de 1948, el resultado está a la altura de los sueños del industrial carballinés: un teatro-cine dotado con 1.758 localidades. Actualmente, no existe ninguna sala en la ciudad con esta capacidad, ni siquiera el auditorio Mar de Vigo.
La historia del Fraga es la de un gran éxito, con su época dorada en las décadas de los 50, 60 y 70. Cuarenta años después de su inauguración, en 1988, el cine fue devastado por un pavoroso incendio. Y, aunque sus gestores consiguieron restaurarlo, para entonces ya había dejado de ser un buen negocio.
Intentando sobrevivir al acoso de los multicines, el gigante de 1.758 localidades despiezó su propia estructura para crear dos salitas de proyecciones, aprovechando unos despachos y una cafetería. Fueron el “Fraga 2” y el “Fraga 3”, que tuvieron corta vida. Aquel 28 de junio de 2001 fueron también cerradas, tras exhibir “El regreso de la momia” y la argentina “Una noche con Sabrina Love”.
Así que el viejo cine se extinguió con pocas lágrimas y un par de noticias en los diarios. Como ocurre tantas veces en la vida, no se empezó a echar de menos hasta mucho tiempo más tarde. Algunas cosas necesitan años para ser valoradas: sólo las apreciamos cuando han desaparecido. Y no sabemos si, por la maldición de la momia o por las tumbas saqueadas por Lara Croft, lo cierto es que el Fraga sigue cerrado veinte años más tarde. Caixa Galicia, que adquirió el edificio para construir un centro cultural, jamás pudo reinaugurarlo. De hecho, la caja de ahorros quebró antes de terminar las obras y sus nuevos propietarios lo mantienen cerrado y sin noticias sobre su futuro, pese a que es un edificio emblemático en el centro de Vigo, ciudad que parece que no está entre sus intereses prioritarios.
Pero ahí sigue, en la esquina de las calles Uruguay con Isabel II, un teatro-cine monumental, el mayor de Galicia, que durante más de medio siglo maravilló a varias generaciones. Ahora se cumplen dos décadas de su cierre, cuando Lara Croft quedó cubierta de moho, petrificada en su afiche, el último de la edad de oro del cine en Vigo.
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