“No juegues en la orilla, que te mancharás de piche”. Toda una generación de vigueses escuchó en la playa una frase parecida. En Samil, en O Vao o en cualquier arenal, bajo la fina arena brillante, había una capa de petróleo que ensuciaba las manos y era imposible limpiar de la ropa. Así sucedió durante los años 70 y buena parte de los 80, hasta que fueron desapareciendo los mayores efectos de la marea negra del petrolero noruego ‘Polycommander’, que vertió 15.000 toneladas de crudo variedad Light Arabian en la ría de Vigo hace ahora medio siglo, en 1970.
“Piche” es una palabra gallega. En el Diccionario de la Academia significa lo mismo que ‘chapapote’: “Petróleo cru, antes de ser refinado”. Y el Light Arabian era el principal petróleo de la época, el estándar sobre el que se fijaban los precios, como actualmente sucede con el Brent. Salía del yacimiento de Ghawar, en Arabia Saudí, la mayor reserva petrolífera del mundo. Y hace cincuenta años vino a depositarse masivamente sobre la ría de Vigo.
Pero, aunque la catástrofe del ‘Polycommander’ es bien conocida, hay muchas mentiras que se mezclan con verdades en la mente de todos. La principal es que el buque se hundió, sin que falte quien asegure haber buceado por su pecio. Hace un par de años, en redes sociales se contaba que un buceador vigués rescató una máquina de escribir de los camarotes del malogrado petrolero. Era una bonita historia con una objeción importante: nunca existió ningún pecio del ‘Polycommander’. Porque, simplemente, nunca se hundió. Así que hagamos repaso de algunos mitos y leyendas sobre la catástrofe desatada el 5 mayo de 1970.
Es lugar común decir que el “Polycommander”, en pleno viaje entre Sidón (Líbano) y Donges (Francia), se accidentó al entrar en la ría de Vigo. Pero, en realidad, embarrancó en las islas Cíes al salir, después de hacer una escala de urgencia para dejar a una camarera del barco, Karin Alstad, que se encontraba enferma y fue ingresada en una clínica de la ciudad.
El accidente se produjo a las 4.20 horas en la isla de Monteagudo, en la boca norte de las Cíes. Sobre las causas, se mantienen aún hoy encendidas disputas. Son muchos los testigos que afirman que el capitán del petrolero estaba completamente borracho. De hecho, se asegura que no estaba en el puente de mando, ya que era incapaz de salir de su camarote. Pero otras fuentes apuntan a un error del timonel, que retrasó un cambio de rumbo, sin prever la inercia del buque cargado.
El capitán de la Marina Mercante Tomás González, autor de una monografía sobre el accidente, apunta al práctico del puerto: “Aunque el capitán es el responsable en todo momento de la seguridad de su buque, aún con práctico a bordo, éste es un perfecto conocedor de la ría y de sus peligros, por lo que también tiene parte de responsabilidad”. Y sospecha que pudo haber problemas de comunicación: “Descartado un fallo de máquinas o del timón del buque, que no ocurrió, o un inaceptable despiste del práctico y del capitán, la causa más probable pudo ser las dificultades del idioma entre el capitán y el práctico, por lo que en el puente de mando no se entendieron sus indicaciones”.
Lo cierto es que el “Polycommander” toca fondo y se rompen los tanques 5 y 6, vertiendo a la ría 15.000 toneladas de crudo, unos 18 millones de litros, un tercio de las 49.414 toneladas que transportaba. Hablamos de unas 7 piscinas olímpicas, que si nos parece poco es porque calculamos mal la monstruosa cantidad de líquido que cabe en una piscina olímpica. Aquello fue una barbaridad.
Tras el accidente, el petrolero se incendió, hubo explosiones y la ría amaneció con una densa nube de humo negro. Es común también la leyenda de que, en aquel infierno, hubo muertes. Pero no es cierto. No murió nadie. Los 39 tripulantes que viajaban a bordo del “Polycommander” fueron rescatados. Tampoco hubo muertos entre los participantes en el rescate y extinción del incendio, pero sí heridos. Marineros de un remolcador sufrieron quemaduras durante los trabajos.
También suele creerse que todo el petróleo se malogró, pero no es cierto. La mayor parte del crudo pudo ser rescatado y trasvasado al petrolero “Albuera”, así como al “Campaláns”, “Campollano” y “Camponalón”.
Dos meses y medio estuvo el “Polycommander” embarrancado en Cíes, hasta que fue desencallado, el 20 de julio de 1970. Fue entonces adquirido por armadores griegos, que pagaron 28 millones de dólares por el barco chamuscado. Sin embargo, no abandonaría la ría hasta mucho más tarde. Porque fue fondeado frente a la playa de Barra para unas primeras reparaciones hasta que, en octubre, zarpó con el remolcador “Nisos Delos” rumbo al Pireo, en una accidentada singladura que le obligó a pedir ayuda en Gibraltar.
El “Polycommander” fue reconstruido y volvió a navegar, bajo el nombre de “Yanxilas”, prestando servicio hasta 1985 en que fue a desguace. Ni se hundió en la ría de Vigo ni se hundió en ningún otro sitio.
Muchos atribuyen al petrolero noruego la primera marea negra de Galicia. Pero ni siquiera lo fue de la ría de Vigo, ya que antes ya habían sufrido accidentes y derramado crudo frente a las Cíes el “Janina” (1957) y el “Yanxilas” (1965). Este último curiosamente tenía el mismo nombre que más tarde adoptaría el “Polycommander”.
Tampoco fue el primer accidente del propio buque noruego. Porque meses antes, el 7 de febrero de 1969, ya había derramado 200 toneladas de petróleo en Aruba, en las Antillas, en otro siniestro. Si es menos conocido es porque hablamos de un vertido 75 veces menor.
Lo que es seguro es que el accidente vigués tuvo repercusión mundial. En 2010, EEUU desclasificó documentos en los que su Departamento de Estado pedía a Madrid información sobre las consecuencias ambientales del siniestro. Pese a las presiones del lobby petrolero, Washington temía –con razón- que los súperpetroleros pudieran crear grandes catástrofes. Incluso el siniestro fue portada de la revista “New Yorker” en mayo de 1973, en un reportaje sobre los peligros del transporte masivo de crudo en barcos.
En España, aún bajo la dictadura, se negó la marea negra. En el mismo verano de 1970, con el “Polycommander” aún a la vista, abundan los reportajes en los diarios sobre el magnífico estado de las playas. Y las declaraciones de políticos iban en la misma línea. Tampoco se difundió nunca el efecto de los dispersantes que llegaron desde Reino Unido y que fueron fumigados sobre la ría. Hasta 1972, incluían productos aromáticos hoy prohibidos que son catastróficos para la vida marina. Y altamente nocivos para el ser humano, pudiendo provocar la muerte.
Pero de esto poco sabían los niños que, en los años 70, jugaban en Samil y en O Vao y escuchaban a sus madres advertirles: “¡No juegues en la orilla, que te vas a manchar de piche!”. 50 años después del accidente, aquel “piche” que manchaba a los niños queda como un lejano recuerdo. Pero forma parte de las 15.000 toneladas de “Arabian Light” que fueron vertidas y que siguen ahí, en las playas, en las rocas o en el fondo del mar. Donde no, nunca hubo un pecio del “Polycommander”.
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