Pero el gran éxito de la bicicleta no se reduce al paseo relajado en los días de asueto, sino que va en aumento el número de usuarios que la utilizan para desplazarse al trabajo y para realizar tareas cotidianas. En los años sesenta del pasado siglo veinte, en la ciudad de Vigo existían muy pocos establecimientos dedicados a la venta de bicicletas, y uno de ellos era muy conocido por haberlo fundado un ciclista ponteareano de gran renombre, Delio Rodríguez. Allí se vendían bicicletas de paseo y de carreras. Las de paseo, a su vez, podían ser masculinas o femeninas, distinguiéndose por la existencia o inexistencia de la barra lateral del cuadro, y, en algunos casos, por una redecilla que protegía la mitad de la rueda trasera. En aquella época, las bicicletas de carreras eran las únicas que iban provistas de cambio de marchas, mientras que las de paseo, normalmente, eran de piñón fijo. Y quienes no podían comprar una bicicleta siempre tenían la posibilidad de alquilarla. Para ello existía, por ejemplo, un taller de reparación y alquiler de bicicletas en lo que ahora es la calle Rosalía de Castro, coincidiendo su ubicación con la confluencia de esta calle y la de Inés Pérez de Ceta, cuando esa zona todavía era un descampado sin asfaltar. Y quien tenga curiosidad por ver cómo era la calle y aquel taller puede observar las fotografías que decoran la entrada de las Salinas – Centro Arqueolóxico do Areal, de Rosalía de Castro, en los bajos del edificio del ambulatorio. En la actualidad ya no existe el afamado comercio de Delio, del que hablamos, ni tampoco el taller de reparación y alquiler de bicicletas, ahora, en cambio, proliferan los establecimientos dedicados a la venta y reparación, las marcas nacionales y extranjeras, los materiales y los tipos de bicicletas sin demasiadas distinciones entre femeninas y masculinas, y, también, los precios, estando al alcance de cualquier bolsillo.