Los forasteros que visitan la ciudad de Vigo la encuentran en obras. El túnel de la Porta do Sol es la más visible —y ruidosa— y avanza imparable; la obra descomunal del centro Vialia, en Vía Norte, que a medida que avanza tapa un poco más las vistas del mar; el Barrio do Cura, con un solar inmenso y casi vacío en su totalidad, para el que existe un ambicioso proyecto cuyas obras están paradas sin que se sepa realmente el motivo; la humanización de varias calles; la remodelación de las gradas del estadio de Balaídos, que por suerte sigue siendo de titularidad municipal; y diversas obras menores que dan un aspecto de profunda renovación urbana.
La ciudad de Vigo va cambiando su imagen y mejorando su humanización, sin embargo, todo eso exige la paciencia de propios y de foráneos porque las obras llevan tiempo y provocan inevitables molestias. Luego, cuando ya estén terminadas, contarán con el beneplácito general y las inevitables críticas de unos cuantos, y las actuaciones continuarán entonces en otras ubicaciones, porque la ciudad de Vigo sigue transformándose continuamente, y en algunas ocasiones cerrándose al mar. Lo que también resulta curioso es la picaresca de quienes se hacen con algunos utensilios de obra, como esta valla que han aprovechado para cerrar el paso a un solar abandonado en el centro de la ciudad.