Mientras que los ejércitos alemanes consiguieron conquistar Francia sin dificultad, el resto del ejército francés se vio arrollado por la superioridad del país vecino cuyo ejército acabó rendido en poco tiempo. Las persecuciones navales se dieron por ambos lados de la contienda, los prusianos perseguían las fragatas francesas y lo mismo hacían los franceses con las embarcaciones prusianas, con persecuciones que podían durar varios días.
Así fue como llegó al puerto de Vigo la corbeta prusiana «Augusta» el 27 de diciembre de 1870. Acogiéndose a la neutralidad de España, solicitó asilo en el puerto de la ciudad al conocerse perseguida por algunos buques del país francés. Tan solo unos días más tarde, el 14 de enero de 1871 recalaba en el mismo puerto la fragata de guerra francesa «Heroine» bajo el pretexto de abastecerse de víveres y carbón mientras la corbeta prusiana seguía fondeada en la ria. La superioridad de los franceses doblaba a la de los prusianos, 580 tripulantes y 15 cañones en contra de los 248 tripulantes y 10 cañones bávaros. Ambas fragatas acabaron apeadas una al lado de la otra; de hecho, cuando la fragata francesa hizo el protocolario saludo a la plaza de la ciudad, los cañones de su buque tocaban con la cubierta de la corbeta prusiana.
El puerto vigués no estaba en las condiciones más idóneas para hacer cumplir con la no beligerancia en las aguas de un país neutral. Es por eso que las autoridades locales pusieron en conocimiento del gobierno central la llegada de ambos buques a la ciudad y, no pudiendo hacerse con el control de la situación en caso de que algunos de los dos contendientes perturbase la tranquilidad de la villa, solicitaron refuerzos e instrucciones. Al ser ambas tripulaciones conscientes de las escasas fuerzas armadas con las que contaba la población, vivían en un estado permanente de alerta, con las armas preparadas a cada momento para responder a cualquier súbito ataque del enemigo. Fueron momentos de constante tensión, prusianos y franceses coincidían entre las calles y bares de la urbe, mientras que las autoridades locales suspiraban porque no se produjera ningún altercado. El propio gobernador militar prohibió que ninguno de los militares de ambas fragatas bajasen de sus embarcaciones, a la vez que ordenó al comandante de la fragata francesas que abandonara el puerto de manera inmediata.
Los prusianos hacían constantes ademanes de abandonar la ría, cambiando la dirección de su rumbo y volviendo nuevamente al puerto. Mientras tanto, la fragata francesa esperaba en el fondeadero de las Cies con rumbo Norte a que amainara la marea para proseguir con su persecución una vez la Augusta abandonara el puerto. En el tiempo que ambas embarcaciones estuvieron tentando dejar las aguas de la ría, llegaron el 23 de enero una fragata francesa, armada con 15 cañones y 572 tripulantes, y una goleta. Tras una breve visita por el puerto, y siguiendo las indicaciones del gobernador militar de la plaza, ambas abandonaron la ría para esperar, junto con la Heroine, la salida de la corbeta prusiana a su paso por las islas Cíes.
Los franceses no paraban de amedrentar de cualquier forma a su alcance a los mareantes prusianos, quienes, ante la superioridad numérica y bélica, temían que en cualquier momento se pudiera iniciar un súbito ataque en pleno puerto. Unos días antes de la llegada de las dos embarcaciones francesas había llegado desde Ferrol el vapor de guerra Fernando el Católico con instrucciones de que la Heroine permaneciese en las aguas de la ciudad. El capitán general de Galicia se personó el 26 de enero en Vigo para tratar de poner término al estado de guerra que imperaba en la ciudad desde hacía más de un mes.
El 28 de enero, aprovechando que tanto la fragata francesa Valeureuse y la goleta Klever habían vuelto al puerto para aprovisionarse de víveres, encendieron apresuradamente las calderas los prusianos para intentar dejar atrás a las embarcaciones enemigas. Actos seguido, ambos navíos franceses hicieron lo mismo para no dejar escapar al buque que con tanto ahínco llevaban esperando. La goleta francesa salió del puerto al mismo tiempo que levó las anclas el buque prusiano intentando aprovechar la discreción que le brindaba la noche. La Valeureuse no pudo echarse a la mar en el momento de la apresurada huída, pero dispuso del tiempo necesario para hacer señales con cohetes de campamento. Sin embargo, la Augusta se vio obligada a recalar nuevamente en el puerto antes de haber salido a mar abierto por mor de una avería en la máquina del buque.
Justo a tiempo llegó la noticia a la ciudad de que el día 30 de enero de 1871 se firmó un armisticio en Versalles entre el gobierno provisional francés y el rey de Prusia, poniendo fin al temor de un posible combate naval en la ría entre la embarcación prusiana Augusta y el resto de embarcaciones francesas que seguían de cerca cualquier movimiento de la corbeta. El gobierno francés telegrafió a su escuadra en la ciudad para que abandonase el puerto y se dirigiesen a Brest, mientras que un día antes había salido rozando los cascos de las embarcaciones galas la Augusta, dando así por concluido uno de los episodios de mayor tensión internacional que vivieron los vecinos de la antigua villa.