La Diputación Provincial de Galicia comisiona por oficio de esta fecha al Diputado por la provincia de Tui, D. Antonio Arias Teixeiro, para que informe sobre el proyecto de dar mayor extensión al vecindario de Vigo y mejorar sus fortificaciones. El Sr. Arias, después de pasar el proyecto, “compuesto de siete pliegos y medio, además del plano”, al Ayuntamiento vigués, para su estudio, lo devolvió a la Diputación con este informe:
“Excmo. Sr. : Devuelto a V.E. el expediente relativo al proyecto de dar mayor extensión al vecindario y fortaleza de Vigo, acompañado de la exposición original que hace sobre el mismo asunto su Ayuntamiento constitucional. … Y atento a que también se me encarga en el mismo informe lo que se ofrezca, debo decir que la actual población de Vigo es en mi concepto muy inferior a la que exige la fama de su nombre y el admirable conjunto de sus ricas proporciones.
La grande amenidad del país en que está situado este pueblo, que pasa por uno de los más fértiles valles de Galicia, su clima benigno y templado, una ría apacible y abundante, con un puerto espacioso y abrigado, que presentando cómodo acceso en todos los tiempos y con todos vientos ofrece seguro asilo a toda clase de embarcaciones, son unos perennes e inagotables manantiales de prosperidad, que indican bastantemente la necesidad de una mayor población.
El aumento de ésta se lograría, sin duda, con sólo remover las trabas que lo impiden: pero para que Vigo pueda disfrutar las mejoras y ventajas de que es susceptible y hacerlas trascendentales a una gran porción del territorio español, es absolutamente indispensable construir un muelle o muelles correspondientes a la capacidad de su puerto y franquear su comunicación con toda la Galicia y Castillas por medio de caminos y carreteras que, facilitando la circulación del comercio entre dichos países y la exportación de producciones naturales, animen y promuevan la agricultura e industria, que por falta de este auxilio se hallan en el día decadentes.
Es ciertamente lastimoso ver desatendidas por desidia, rivalidades u otra peor causa, las favorables disposiciones que la naturaleza presenta de este bello país y malogrados los inmensos recursos que encierran aquellas. Cualesquiera caudales que el erario emplease en los medios de aprovechar éstos, serían ventajosamente recompensados en breve. Acaso la actual situación topográfica de Vigo no es la que debería tener si se hubiese de fundar de nuevo; pero el removerla y trasladarla a otro punto ocasionaría no sólo perjudiciales trastornos sino también cuantiosos y estériles dispendios.
Por último, no debo omitir que, en opinión de muchos inteligentes, la actual fortificación de Vigo no es suficiente para su defensa contra los insultos marítimos, a causa de haber en la costa que baña su ría por la parte del Sudoeste muchos puntos proporcionados para desembarco, que sólo podrían defenderse construyendo buenas baterías en diferentes parajes de aquella. Mas, para proceder con acierto sobre este particular, y los más que van indicados, convendría reunir todos los planes que en esta materia se hayan formado y someterlos al examen de uno o más inteligentes que, reconociendo personalmente la localidad de Vigo e inmediaciones y escuchando las reflexiones de los naturales cultos, manifestasen su dictamen en una exposición razonada”. (Arch. Librería Monterrey).
He ahí un informe luminoso de lo que en Vigo se necesitaba hace 146 años: muelles y carreteras, que fueron durante mucho tiempo obsesiva preocupación de los vigueses, los dos extremos del balancín en que penduló la política local del siglo XIX. En cuanto a las murallas, Arias Teixeiro aún no podía imaginar que lo que Vigo precisaba era sacudirse su dogal, para medrar como una población libre. Estaba demasiado reciente el fragor de la francesada, y tal pensamiento parecía suicida.
6 de julio de 1813. Xosé María Álvarez Blázquez. «La Ciudad y los Días. Calendario Histórico de Vigo» (Editorial Monterrey, 1960).