A Guía permite una visión de la ciudad y su ría, flanqueada por las Islas Cíes. El monte de A Madroa permite, a su vez, una visión más amplia de la ciudad y su entorno. El parque de A Riouxa es un lugar de gran belleza que resulta desconocido para muchas personas, incluso nativas. El Monte de los Pozos y el mirador del Monte Alba, mucho más conocidos, facilitan otro ángulo de observación. El parque de Castrelos, con su anfiteatro, su reserva forestal, su espléndido museo y sus jardines, constituye un lugar tradicional de esparcimiento en todas las épocas del año. El monte de O Castro, con la ciudad que ha crecido sobre sus laderas volcadas hacia el mar, un gran parque con numerosos rincones para todos los gustos, se erige como un destino obligado para foráneos. Y en esta relación no se puede obviar la Plaza de Compostela, también conocida como La Alameda, que ha quedado embebida en el núcleo urbano y es un lugar de enorme belleza que reúne muchas especies arbóreas singulares. Todos ellos contribuyen a que la ciudad de Vigo sea una ciudad verde en la que el asfalto y cemento comparten espacio con la naturaleza.