Esta pequeña -pequeñísima— casa merece el calificativo de “xeitosa”, esa palabra gallega que describe con cariño algo agradable y hecho con cariño. Guardaremos en secreto su ubicación, pero diremos que está en la ciudad de Vigo y que no es la única en su género ni en sus alrededores. Lo cierto es que la ciudad de Vigo, como tantas otras similares, encierra muchas de esas pequeñas construcciones que poco a poco van desapareciendo, llevándose con ellas sus historias y sus anécdotas que sería tedioso recopilar y describir.
En el extremo opuesto de la ciudad de Vigo, donde ahora existe una de las entradas del paso subterráneo de la Praza de América que conecta la Avenida das Camelias con la Rúa Castelao existía, en los años treinta del pasado siglo, cuando esa zona era prácticamente rural, una pequeña casa unifamiliar donde vivía una familia numerosa. El padre, Paulino P., tenía una afamada sastrería con varios empleados. La vida era tranquila y próspera y las hijas e hijos jugaban felices en la finca que hoy ocupan los institutos Santa Irene y Santo Tomé, donde en aquella época se instalaban los circos, muy cerca de donde existía una plaza de toros que ahora está en el olvido.
Pocos años más tarde, con el estallido de la guerra de 1936, la familia se trasladó al centro de la ciudad y luego fue el progreso -como siempre, el progreso- el que transformó todo aquel escenario familiar en lo que ahora acabamos de describir. Llegará el día en que también ocurra lo mismo con esta pequeña casa tan “xeitosa”. Sin embargo, en las hemerotecas digitales quedará esta fotografía para que su recuerdo quede siempre vivo.