Quizá sea el resultado de algún poder mágico y oculto a la mayoría de los mortales. O quizá sea porque esos zapatos encierren algunos poderes sobrenaturales capaces de hacer volar a quien los calce en sus pies. Esto justificaría muchos hechos inexplicables que achacamos a la casualidad cotidiana. Los zapatos parecen modernos aunque no sean de nuestro agrado, y eso también hace pensar que los magos, los alquimistas, los druidas, y otros muchos seres humanos que a lo largo de la historia han conseguido descifrar con dedicación, trabajo y estudio los secretos de la alta magia están aún entre nosotros, adaptados a nuestro tiempo, respetando ciertas reglas que han existido desde que la memoria se pierde en lo más oscuro de los tiempos, las más importantes, mantener el secreto de su existencia y no interferir, bajo ningún concepto, en los acontecimientos humanos por muy absurdos y peligrosos que puedan resultar. Quizá sigan presentes Aleister Crowley, Madame Blavatsky, Nostredamus, Hermes Trimegisto, Fulcanelli, Paracelso…, y tantos otros que constituyen una sociedad secreta en el más allá, en la otra dimensión. Esto explicaría por qué nadie pone remedio a las locuras de nuestra sociedad actual, en la que se dan situaciones mucho más absurdas e increíbles que esos zapatos inalcalzables. ¿Que dónde están esos zapatos? Mejor no decirlo para que no caigan en malas manos o, mejor dicho, en los pies inadecuados.