Las elecciones municipales del domingo se perfilan como una doble batalla para el alcalde de Vigo, Abel Caballero, no tanto por su reelección, pues todos los indicadores electorales aseguran su continuidad otros cuatro años al frente de la ciudad más importante de Galicia, sino por el futuro de la Deputación de Pontevedra. Cuando Caballero avisa de que el domingo hay que ir a votar no lo hace como un mero formulismo: sabe que Vigo se juega mucho… más allá de los límites de su ría.
En 2015, el partido judicial de Vigo, compuesto por los municipios de Baiona, Gondomar, Nigrán, Pazos de Borbén, Redondela y Vigo, dio la Deputación a Carmela Silva. 84.216 votos para el PSdeG lo avalan. De ellos, Caballero aportó 73.533, que otorgaron al grupo socialista 7 escaños y apartaron al PPdeG de la institución provincial por vez primera en la historia democrática de esta. Desde 1979, solo había conocido a presidentes de género masculino y de política conservadora (UCD, AP, génesis de los populares, y PP). Hasta que Silva llegó para romper barreras, aupada por los votos de Vigo.
Ahora Vigo vuelve a jugar un papel clave, bien como partido judicial, bien como municipio. La continuidad de Silva la situaría, a priori con la renovación del pacto con el BNG, muy sólido en la demarcación de Pontevedra, como una política para encarar el cambio de década. Como octavo presidente de la Deputación en tiempos democráticos, igualaría a Manuel Abeledo (PPdeG), que se mantuvo al frente de la institución provincial ocho años (1995-2003), y solo con Rafael Louzán con más tiempo en el cargo (2003-2015).
Sí, el regidor vigués busca una victoria histórica, pero no solo pensando en la composición del gobierno local, lo que resulta obvio, sino por asegurar un juego de tronos en la provincia. Con siete partidos judiciales (A Estrada, Cambados, Lalín, Ponteareas, Pontevedra, Tui y Vigo), como los Siete Reinos si me apuran, once de los veintisiete diputados, casi un 41%, se cuecen entre Vigo, Redondela, Pazos y el Val Miñor. Y la bolsa clave está en la ciudad motor de Galicia.
En 2007, las primeras elecciones que llevaron a Caballero a la Alcaldía, el PSdeG-PSOE obtuvo cuatro diputados en Vigo por 5 el PPdeG y los populares se llevaron la Deputación por un apretado 14-13 con las fuerzas de la izquierda. En 2011 Caballero mantuvo el tipo en la batalla provincial (4) pero el BNG colapsaba en Vigo (1) y el PP volvía a mandar en el Pazo Provincial (17-10 ante socialistas y nacionalistas). Hasta que llegó Caballero y mandó parar cuatro años atrás. Siete actas, frente a tres del PP y una de Marea. Con el Bloque borrado del mapa, Caballero asumió el liderazgo absoluto ante el votante y otorgó un triunfo histórico.
Ahora, el aviso se mantiene. El PP suele mandar en las otras juntas electorales zonales donde se juegan menos actas (Cambados, 3; Lalín, 1; A Estrada, 1; Ponteareas, 1; Tui, 3), mientras que en Pontevedra se ventilan 7 diputados y el equilibrio izquierda-derecha es elevado (4-3). Una vez más decide Vigo. Y el alcalde quiere rebañar más actas para asegurar otros cuatro años de armonía con la Deputación.
En 2015 el PP logró 10 diputados, por 12 los socialistas, 4 el BNG y uno Marea. Y para obtener algún acta más, dice la Ley D´Hont, necesita incrementar diferencias con Elena Muñoz y el PP. Y Abel en eso está.