Caballero, que mantiene desde hace semanas la frase de «mi campaña electoral es trabajar los siete días de la semana los 365 días al año durante estos cuatro años», ha evitado en la campaña grandes promesas porque se ha centrado en lis hechos de su legado. Así, tiene a tiro de piedra el último gran registro a nivel gallego que aún posee Paco Vázquez desde 1991 en la comparativa de las dos grandes ciudades de Galicia: el porcentaje de votos a favor (59,26%) y el mayor número de actas (18).
Caballero ya firmó en 2015 un resultado histórico (73.533 votos) que Paco Vázquez nunca alcanzó en sus veintitrés años al frente del Concello de A Coruña. A lo sumo, este se acercó (69.705 votos en 1995), pero el jefe del gobierno vigués, que sumó hace cuatro años 17 actas para lograr una abrumadora mayoría absoluta, se quedó en un 51,82% en el porcentaje de voto. Nunca antes un alcalde del Vigo democrático había tenido tanta aceptación en la calle. Ahora le falta el nuevo reto.
Este domingo el regidor tiene la oportunidad de tumbar los números de Vázquez, también socialista en aquel tiempo, en ese mandato municipal en el que A Coruña distribuía su gobierno entre los 18 primeros de la lista del PSdeG-PSOE y la oposición, el PP, sumaba 9 ediles.
El alcalde llega a las urnas con previsiones de porcentaje de voto del 66%, lo que podría romper cualquier estadística histórica en unos comicios locales en Galicia. El regidor ha sido un paciente martillo pilón desde su llegada a Praza do Rei en 2007. Aquel año salvó el gobierno con un bipartito con el BNG y 44.398 votos socialistas, ganando un concejal (9) respecto a la corporación anterior, en la que Corina Porro accedió a la Alcaldía por los desencuentros entre PSOE y BNG y, en ella y con tres años por delante, logró arañar numerosos votos (pasó de 52.598 de 2003 a 66.559 en 2007) que a punto estuvieron de darle la reelección. Pero Caballero evitó la pérdida de electores (44.497 con Pérez Mariño, solo 99 menos con él) y desde ese momento ha ido haciéndose con el favor de la ciudadanía con subidas porcentuales espectaculares.
«Sé que hay gente que en otras elecciones vota a PP, a Ciudadanos, pero en las municipales me vota a mí porque estas elecciones son de personas. Primero es Vigo, segundo es Vigo, tercero es Vigo y después es mi partido», sostiene. Porque así es: las municipales son el tiempo de los candidatos, no de las siglas.
Y Caballero se ha ganado los votos calle por calle, casa por casa, como demostró en 2011 ante Corina Porro. La candidata popular se dejó 5.000 votos de un mandato a otro (61.616 en 2011) mientras el alcalde subía a los 50.045, un 12,7% más… y el Bloque se precipitaba al vacío.
El regidor, que insiste en decir que «este no es un proyecto de ciudad de Abel caballero sino de todos, porque escucho a toda la gente», está a unos días de superar a Manoel Soto en años como alcalde en cuanto las papeletas le certifiquen otro cuatrienio, y en igualarlo como fuerza más votada (1983 y 1987), pero también puede conseguir la segunda mayoría absoluta consecutiva de la historia de una ciudad acostumbrada a gobernar con pactos y que desde 2015 ha dado carta blanca a Caballero.