Fiscalía y acusación particular, así como la defensa del acusado de haber acuchillado hasta la muerte el 23 de octubre del pasado año a su vecina en la calle Zamora, han elevado este miércoles, en la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, a definitivas sus conclusiones tras dos días de juicio y han presentado sus informes finales.
Así, la Fiscal, que pide 18 años de cárcel, se ha reafirmado en que Pablo P.V. asesinó a su vecina, la atacó por la espalda sin darle posibilidad de defensa, con alevosía, y de manera sorpresiva, «con intención de matarla». En su exposición ha recordado que el propio acusado reconoció que la había atacado, y aunque ha quedado acreditado que es «un ser insensible, soberbio y narcisista», ha afirmado que no se ha probado que hubiera ensañamiento.
Al respecto, ha indicado que no se ha podido acreditar que le infligiera más heridas de las necesarias para aumentar su dolor, sino que las últimas acometidas, en el pecho, pudieron responder al hecho de que intentaba recuperar el cuchillo, que quedó clavado en el cuerpo, enganchado al sujetador de la víctima.
Mientras, la acusación particular, que eleva la petición de condena a 25 años de prisión, ha coincidido en señalar los hechos como asesinato alevoso pero ha incidido en que sí se produjo ensañamiento, porque la víctima «durante un lapso de tiempo» fue consciente «de que la estaban asesinando», y ello pudo provocarle un sufrimiento «inhumano».
Además, tras subrayar la «sangre fría» del acusado, que no tenía intención de entregarse cuando llegó la Policía, sino que se disponía a irse de su casa cuando fue interceptado por los agentes, ha recalcado que tenía «intención de provocar un daño innecesario» en su objetivo de acabar con la vida de su vecina.
Ambas acusaciones han hecho hincapié también en el hecho de que el acusado esperó más de 30 minutos, según se recogió en las cámaras de seguridad instaladas en el portal del edificio, «vigilando por la mirilla» y «armado con un cuchillo», a que subiera su vecina para abordarla por la espalda.
Trastorno mental transitorio
Por su parte, la defensa de Pablo P.V. ha centrado su alegato final en tratar de convencer al jurado de que el acusado padecía, en el momento de los hechos, un trastorno mental transitorio, que le llevó incluso a perder la memoria: de hecho el procesado solo reconoce una de las puñaladas.
Según ha recordado su abogado, el acusado «no quiso escapar de su responsabilidad, ni quiso zafarse», y simplemente «contó los hechos como los recordaba».
Así, ha insistido en que Pablo, en contra de lo que dicen las forenses, pudo sufrir un trastorno temporal, cuyos efectos habrían desaparecido cuando fue examinado por las doctoras, cuyas conclusiones ha cuestionado. «El trastorno transitorio, que es eximente, a mis ojos es evidente», ha aseverado.
Tras recalcar que la muerte de la víctima «fue injusta y no tenía que haberse producido», ha constatado que «no se conoce el móvil» del crimen, pero que éste fue resultado del encontronazo previo entre ambos, que fue lo bastante intenso como para que el acusado «se trastornase» y «no fuera capaz de controlarse».
Finalmente, al término de la sesión, el acusado ha hecho uso de su derecho a la última palabra, y se ha dirigido al tribunal para volver a insistir en que los hechos ocurrieron de forma muy rápida, y que la víctima subió a su casa inmediatamente después de que lo hiciera él.
Por ello, ha proclamado que «no es verdad» que hubiera transcurrido más de media hora entre el encuentro en el portal y el ataque. Según ha explicado, «las cámaras (del portal) están mal», y es «imposible» que hubiera transcurrido el tiempo que alegan las acusaciones.
El jurado ha sido citado para este jueves, con el fin de que se le entregue el objeto de veredicto y, una vez que se les faciliten las pertinentes instrucciones, comenzará la deliberación