Este sábado, 30 de abril, se cumplirán 20 años exactos desde que la joven viguesa Déborah Fernández-Cervera saliese a correr para no regresar nunca a casa por lo que, como obliga el Código Penal, el caso prescribirá sin posibilidad de que se adopten acciones penales contra ninguna persona más salvo contra el ex novio de la joven, que se convirtió en investigado en la última fase del proceso y que declaró en sede judicial el pasado 11 de marzo.
Actualmente, según los abogados de la familia de Déborah, la Policía aún sigue trabajando en algunas de las líneas de investigación abiertas: queda por presentarse el informe definitivo acerca de la manipulación del disco duro del ordenador de la joven y alguna comparativa final de ADN, además de las pruebas que haya pedido la defensa del investigado o las que se puedan practicar a petición de alguna de las partes.
Una vez se practiquen las pruebas pendientes, la jueza deberá decidir si se abre juicio contra el ex novio de Déborah o, en caso de que entienda que no hay elementos suficientes para ello, determine dar carpetazo definitivo al asunto.
Los abogados de la familia, ante la inminente prescripción del caso, han enviado este viernes un comunicado para insistir en que si pidieron la imputación del ex novio de la joven en reiteradas ocasiones, hasta que la Audiencia Provincial se lo ordenó al Juzgado de Tui que instruye la causa, fue porque así lo sugerían los informes policiales obrantes en autos. También porque, explican, cambió su versión de los hechos en las cinco ocasiones que declaró como testigo y porque se contradice en las testificales prestadas ante la Policía o en el juzgado.
La familia de Déborah niega que haya existido un linchamiento mediático contra su ex novio y asegura que tanto ellos como sus abogados han tenido que soportar “insultos y amenazas veladas”, además de “ataques” por el único hecho de “haber luchado por conseguir justicia”.
Más de 2.000 folios ocupa una causa que se encamina definitivamente hacia la prescripción y que únicamente pareció avanzar en los últimos meses gracias a las gestiones de los abogados de la familia, según defienden ellos mismos.
“Hemos sido nosotros los que pedimos que se revisaran todas las líneas que habían sido objeto de anterior investigación; quienes hemos pedido que se tomaran muestras de ADN de más de 30 personas; los que hemos pedido la exhumación del cuerpo de Déborah una vez acreditado que no se había analizado si había ADN bajo sus uñas”, aseguran.
“Somos nosotros quienes hemos pedido que se investigue quién manipuló el disco duro del ordenador de Déborah; los que hemos seguido pidiendo que se investigara el motivo por el que en el listado de llamadas entrantes del teléfono móvil de Déborah que se envió al Juzgado por la compañía de telefonía en 2002 hay 28 espacios en blanco que han impedido saber quién había hechos esas llamadas”, añaden, entre una larga lista de actuaciones.
Los abogados de la familia de Déborah, lo han dicho en muchas ocasiones, entienden que la investigación estuvo plagada de irregularidades y negligencias, y que son muchas las preguntas que se quedarán sin respuesta.
Esta semana que acaba se han practicado las últimas testificales en el Juzgado de Instrucción número 2 de Tui, pero, a día de hoy, la única persona que ostenta la condición de investigado es el que fue novio de Déborah.
De hecho, la jueza dictó esta semana un auto en el que rechaza citar como investigado a un testigo del que se recogieron muestras de ADN, las cuales presentaron coincidencias con un análisis del pelo de la joven, aunque no son concluyentes.
Así, salvo giro inesperado de última hora, el caso Déborah, que ha ocupado muchas páginas y muchos minutos en los medios de comunicación, convirtiéndose en uno de los más mediáticos del país, pasará a engrosar la lista de los casos sin resolver.
La familia ha contado durante todos estos años con un muy notable respaldo de la ciudadanía viguesa, que incluso protagonizó concentraciones masivas para exigir ‘Justicia para Déborah’, lema que ha encabezado los carteles con los que familiares y amigos de la joven empapelaron la ciudad.
Por ello, hoy han mostrado su agradecimiento “a todas las personas que en estos años nos han mostrado su apoyo en nuestra lucha por saber quién mató a Déborah”. Explican que han sido “miles” los apoyos recibidos y “decenas” las pistas que se han podido seguir gracias a las informaciones facilitadas por personas ajenas a la causa.
Ninguna de ellas ha servido, de momento, para esclarecer qué pasó el 30 de abril de 2002, cuando Déborah desapareció, y nada supo su familia de ella hasta diez días más tarde, cuando su cadáver fue encontrado en una cuneta de O Rosal, a 40 kilómetros de su casa, entre una montaña de incógnitas a las que aún no se ha podido dar contestación.