La investigación del caso de Déborah Fernández-Cervera, la joven viguesa hallada en una cuneta hace 19 años, tiene un nuevo elemento para localizar al responsable de su muerte. Los primeros resultados remitidos por el Instituto de Toxicología de Madrid tras la exhumación del cadáver el pasado mes de mayo ofrecen ahora pruebas que pueden ayudar a resolver el caso.
Según informó la familia, la aparición de pelos y fibras hacen albergar esperanzas para al fin «poder determinar qué persona o personas tuvieron intervención bien en la muerte, bien en la ocultación y posterior traslado del cuerpo». Sus allegados explican que ahora se procederá a comparar los resultados con los pelos y fibras que en su día ya se habían hallado, así como los encontrados en el examen de un arcón congelador llevado a cabo en 2019.
«Dichos hallazgos vuelven a evidenciar la negligente actuación policial en el año 2002, pues como ya consta en autos, en su momento no se hizo inspección de las uñas de las manos de Déborah», asegura la familia.
Además, también confían en que dé resultado el estudio del disco duro del ordenador de Déborah, disco guardado en dependencias policiales desde 2006 sin que se hubiera aportado al Juzgado. Ahora, el análisis intenta determinar si se procedió al borrado de datos entre el 1 y el 10 de mayo de 2002, y recuperar los mismos, así como poder determinar la actividad en los últimos meses de vida de Déborah.
Repartura del caso en 2019
La reapertura del caso, que prescribirá en 2022 al cumplirse 20 años, se produjo en noviembre de 2019 después de que la familia solicitase repetidamente la ampliación de la investigación. Los nuevos atestados policiales presentados ante la jueza por la Unidad de Homicidios y Desapariciones de la UDEV Central en Madrid fueron decisivos para abrir de nuevo la investigación.
Durante el último año y medio se han llevado a cabo numerosas pruebas y se ha tomado testimonio a una veintena de testigos, entre ellos los padres de la víctima, que no habían sido llamados nunca a declarar. Déborah desapareció en mayo de 2002 a los 21 años y su cuerpo sin vida fue encontrado una semana después en una cuneta en O Rosal. Desde entonces, han pasado más de cinco equipos de investigación y la causa ha sufrido tres cambios de juez.