El cadáver de Déborah ya está en manos del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga). La nueva autopsia dirá ahora si bajo sus uñas o en su cuello todavía quedan restos de alguna persona implicada en su muerte. El cementerio de Pereiró se blindó este martes para la exhumación de los restos mortales de la joven de Alcabre cuyo cadáver apareció en 2002 en una cuneta en O Rosal diez días después de desaparecer cerca de su casa.
La Policía Nacional se desplegó con varias patrullas en el camposanto vigués para permitir la mayores garantías en la retirada de los restos que serán analizados en el Hospital Nicolás Peña. A las 12:00 horas comenzó la labor de los forenses, que duró una hora y se realizó en presencia de los abogados de la familia. El féretro se encontraba en buen estado de conservación, por lo que los trabajos se llevaron acabo sin mayores problemas.
Asistieron los tres letrados, Ramón e Ignacio Amoedo y Maite Rojas, además del criminólogo Óscar Tarruella y el perito Aitor Curiel. Sus allegados, madre y hermanos, también estuvieron presentes en el cementerio hasta la retirada de los restos y su traslado, sobre la una de la tarde. Desde Pereiró se trasladó al Tanatorio Vigo Memorial y de allí al Hospital Meixoeiro, para los primeras pruebas. Finalmente, irá al Hospital Nicolás Peña.
La nueva autopsia se realizará por parte del forense judicial de Vigo, en colaboración con el antropólogo forense de Verín, que participó en el caso de Diana Quer, y el perito contratado por la familia y autor del informe que descarta la muerte súbita. «Podemos no encontrar absolutamente nada, pero queda acreditado que se hizo algo mal, nos gustaría saber quién y por qué, y a lo mejor no tiene solución, han pasado 19 años, este proceso se debería haber hecho en 2002», señaló Ignacio Amoedo, abogado de la familia.
Uñas y fracturas
La exhumación tiene como objetivo hallar restos de ADN que hubiera podido haber bajo las uñas de Déborah. También se analizarán los huesos por si hubiera algún tipo de fractura que no se halló en su día. Igualmente se pretende hallar restos de una posible agresión que hubiesen podido pasar desapercibidos en la autopsia y analizar cuantos vestigios sean de interés científico, antropológico o criminalístico.
«Ahora hay seguir peleando, nos queda esa rabia incontenida que esté ocurriendo esto en el año 2021 cuando tenía que haberse hecho en 2002, si la jueza lo ha autorizado es porque entiende que algo no se hizo bien», añadió el letrado. Por su parte, la madre de Déborah, Rosa Cervera, dio las gracias a los medios de comunicación por el apoyo y la hermana, Rosa, describió este día como «duro para toda la familia al ver como levantaban el féretro de la familia».
La jueza también autorizó en pasadas fechas la entrega del disco duro del ordenador de Déborah a los peritos propuestos por la familia. El Juzgado de Instrucción 2 de Tui, que ha reabierto la causa, dio su autorización tras estudiar la petición formulada por los abogados de la familia el pasado 24 de febrero. «De modo sorprendente en su momento no se tomaron muestras para su análisis», aseguró la familia de la joven.
Repartura del caso en 2019
La reapertura del caso, que prescribirá en 2022 al cumplirse 20 años, se produjo en noviembre de 2019 después de que la familia solicitase repetidamente la ampliación de la investigación. Los nuevos atestados policiales presentados ante la jueza por la Unidad de Homicidios y Desapariciones de la UDEV Central en Madrid fueron decisivos para abrir de nuevo la investigación.
Durante el último año y medio se han llevado a cabo numerosas pruebas y se ha tomado testimonio a una veintena de testigos, entre ellos los padres de la víctima, que no habían sido llamados nunca a declarar. Déborah desapareció en mayo de 2002 a los 21 años y su cuerpo sin vida fue encontrado una semana después en una cuneta en O Rosal. Desde entonces, han pasado más de cinco equipos de investigación y la causa ha sufrido tres cambios de juez.